PRAGA
Praga, al igual que Budapest, está dividida en dos partes por el río más caudaloso de Europa (que no el más largo que es el Volga) El Danubio mueve sus aguas azules cruzando esta tierra antes gobernada por emperadores tiranos y por víctima de revueltas comunistas enfrentándose al gobierno de turno. Lo primero que vimos en nuestro viaje fue la catedral de San Vito, que es el símbolo de la ciudad.
Para ver la catedral de San Vito de manera general, pasaron unas tres horas, estuvimos toda la mañana dando vueltas por el claustro, las capillas y el museo que estaba lleno de tesoros, la verdad es que el tempol es enorme. Para hacer la foto tuvimos que hacer dos fotos y unirlas, ya que la cámara de fotos no capta la vista panorámica de la portada. A media mañana se nos despertó el apetito y fuimos al hard rock cafe, donde mientras tomábamos un refresquito pudimos contemplar la decoración del local, con guitarras, cartas complementos de ropa y manuscritos de artistas como Kurt Cobain, George Harrison o Eric Clapton.
Praga es conocida como la ciudad de las 1000 torres. No sabemos si de verdad hay mil, pero desde luego hay muchísimas. La torre de la pólvora es de construcción medieval, mide unos 60 metros de altura y en el siglo XIX fue considerada como el elemento principal de la Puerta de la ciudad vieja
Pero sin duda la torre más famosa de Praga es la torre del reloj, donde cada hora en punto se convierte en un espectáculo lleno de espectadores que se quedan para ver la actuación del mecanismo de marionetas que hay en el interior del reloj. Hay que tener especial cuidadito con los carteristas que aquí hacen su agosto con los turistas. No hay que olvidar que aquí los guiris somos nosotros.
En la plaza central del ayuntamiento hay una estatua del encomendador de Don Giovanni, debido a que la obra maestra operística de Mozart se estrenó en el teatro Nacional de Praga en el año 1787. Con esta obra, Mozart alcanzó su climax en el género dramático y 4 años más tarde fallecería sin terminar su gran obra maestra: su misa de Requiem.
El palacio Real del Zar es el castillo gótico más grande del mundo y en él se custodian los tesoros más valiosos del Imperio Astro-húngaro.
El palacio está custodiado por la guardia, que como vemos, aún permanece en su sitio. La verdad es que es de admirar la paciencia de estos chicos, que nos recuerdan a la guardia del palacio de Buckingham de Londres, siempre manteniendo un semblante de seriedad y entereza aunque el turista se ponga a hacer gestos y muecas ridículas delante de sus narices (que os aseguramos, las hacen) Nosotros nos pusimos al lado de un guardia para hacernos la foto pero manteniendo la distancia de seguridad (no fuera a pasar que nos estrellásemos ante su rifle)
Como podéis ver las calles de Praga son medievales, sobre todo en el barrio judio (encanto que la hacen una ciudad todavía más especial) En esta casa hicimos compras de varias antigüedades típicas de Praga, y aquí estamos asomados por la minúscula ventana.
Los mercados donde los artesanos venden sus creaciones hacen pasar un rato divertido a quien le guste regatear y dar un paseo viendo antigüedades. Nosotros compramos una gorra de los soldados comunistas de la II guerra, una armónica y una cámara de fotos de principios del Siglo XX.
Instrumentos musicales de una casa del barrio judío Vista del barrio judío desde la fortaleza del castillo real
Al igual que en Viena, fuimos a ver la tumba de algunos músicos, pero el cementerio está en las afueras de la ciudad, en un barrio llamado Vyserard. Para llegar tuvimos que coger el metro. Nada más llegar compramos los billetes, y a continuación unos tipos altos, fuertes y algo desaliñados nos cortaron el paso, se abrieron las chaquetas y nos quisieron enseñar algo que llevaban dentro. Nosotros creímos que eran vendedores que nos querían vender algo y les dijimos: “No, no, no queremos nada, gracias” y seguimos nuestro camino. Pero al dar 2 pasos nos pararon otra vez y se identificaron como policías sacando las placas. Eran los guardias del metro vestidos de paisano. Les enseñamos los billetes y nos fuimos. Pero ¿os imagináis la situación?: Al pararnos la primera vez, les ignoramos con desprecio como diciendo “vaya tela, gentuza hay en todos lados” y en realidad eran agentes de la autoridad ¡qué vergüenza! Al llegar a las escaleras mecánicas que bajaban a las vías del metro nos llevamos una sorpresa: las escaleras mecánicas se parecían más a un circuito de carreras, pero sin coche, ya que calculamos que tenían una inclinación de unos 40 grados y alcanzaban una velocidad de unos 20 km/h. Suponemos que es para que lleguen más rápido y los viajeros no pierdan el tren porque la estación está a muchos metros bajo tierra. Pero esto es demasiado. En la foto estamos planeando como si hiciéramos surf sobre las escaleras, y aunque en la imagen no se aprecie el movimiento, os aseguramos que iban rapidísimo. Desde luego no nos imaginamos cómo una persona mayor o impedida puede coger el metro en esta ciudad, ya que no estamos muy seguros que haya una bajada auxiliar. Al llegar al cementerio de Vyserard nos dimos cuenta que era también muy grande (auque más pequeño que el Zentralfriedhof de Viena). En Europa central los hacen gigantes. Aquí en Praga están enterrados Dvôrak (el de la sinfonía del nuevo mundo) y Smetana.
En la foto estamos en la tumba de Dvôrak. Nosotros nos interesamos bastante por el arte funerario, sobre todo por las Tumbas de músicos.
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