SEMANA SANTA SEVILLA 2013


  Cruz Palio
La Macarena
El Silencio
El Gran Poder No pudimos verla. Imagen de archivo

El Calvario
Santo entierro

 No pudimos verla. Imagen de archivo

Soledad de San Lorenzo No hay imagen procesional

 

La Trinidad No pudimos verlo. Imagen de archivo


 



Nuestra Crónica:

La Macarena

 

Doce de la noche, madrugá del Viernes Santo, olor a incienso, penitentes engalanados de verde y blanco, gente que corre de un lado a otro nerviosa intentando hacerse sitio entre el gentío, sones tímidos de cornetas y en el fondo un arco y detrás suyo una Basílica en cuyo interior se encuentra una de las reinas de Sevilla; no podíamos estar en otro lugar que en que se prepara como todos las Madrugadas para sacar a su madre a la calle, Nuestra Señora de Antes que ella el paso de misterio del Cristo de que la precede, a lo sones de y al final del cortejo se escucha unos varales, un palio, ya te vemos la cara, ya vemos tus lágrimas ya vemos tu pena, ya te vemos Esperanza Macarena.

 


El Saetero de Osuna Manuel Cuevas cantó una Saeta a la macarena en la Campana. Una de las mejores Saetas que ha escuchado Sevilla en este 2013

 

El silencio

 

Bordeando de Sevilla, viene caminando a paso firme, ofreciéndonos su cruz para el perdón de los pecados. Con la túnica bordada en oro y plata y el gesto de pena, de inmenso dolor, da sufrimiento a esta madrugá Sevillana el Cristo del Silencio, sufrimiento porque sabe el destino que le  aguarda, va a morir por todos y lleva nuestra penitencia en forma de cruz. Detrás de él su madre Santa María de con San Juan Bautista llorando por su hijo, gran talla y hermosísimo palio que hace justicia a esta gran cofradía.

 

El gran poder
 
Al son del racheo y de las saetas y del silencio viene el padre de Sevilla, viene Jesús del Gran poder. Innumerables los nazarenos  filas y filas y tramos y tramos llenos de personas que se encomiendan a él, pero al final de todas las suplicas, se hace el silencio, la gente se levanta, viene caminando, moviendo su túnica, haciendo su penitencia y bendiciendo a toda Sevilla. Incomparable estampa  donde lo vimos al fondo la catedral y delante nuestra el Gran Poder de Sevilla.
 
Santo entierro

Después de sortear cofradías y rodear el centro por lugares que ni nos imaginábamos que existían, vimos la urna donde yacía Jesucristo de la Hermandad del Santo Entierro, era una urna recubierta de oro y muy bien iluminada por los candiles de los laterales, su paso era firme y continuo a los sones de la Banda Municipal de Sevilla que le iba tocando marchas fúnebres. Había penitentes de todas las hermandades de Sevilla que le rendían culto y que eran la antesala del fin de una semana santa marcada entre otras cosas por la meteorología.

Soledad de San Lorenzo

No teníamos planeado ver esta cofradía, ya de vuelta callejeando nos encontramos con ella. Una Virgen sobria con la cara llena de lágrimas y con un gesto de dolor que nos viene a decir que Jesucristo acababa de morir. Era una Virgen sin palio, respirando el mismo aire que todos los Sevillanos, que nos mostraba la cruz en la que había muerto su hijo. No llevaba música solo el silencio de la muerte.

La Trinidad

Nos gustó mucho el lugar donde vimos pasar a la imagen de la Virgen de la Trinidad, la calle Sales y Ferré era una callecita pequeña un poco retirada del centro de Sevilla pero sin ser menos típica que todas ellas. La Virgen se estaba asomando por un recobeco de la calle a pasito corto y con cuidado para no dañar su paso, cosa que el capataz supo a la perfección dirigir a la perfección. La música era interpretada por una de las mejores bandas de Sevilla, la Oliva de Salteras.

El calvario
 
El final de la historia de la fé se retrata en esta talla, Jesús Crucificado en el Calvario, el silencio se hace para contemplar como expira por última vez nuestro señor, impresiona de este paso la policromía de su paso entre el oro y la madre, entre el reino de los cielos y el mundo terrenal. Pero más bonita si cabe viene ella Nuestra Señora de la Presentación que ya llora a su hijo muerto ya sabe que Dios esta en el cielo y que ha muerto para perdonarnos a todos. Resalta el techo de su palio que es de terciopelo burdeos con bordados en oro y que se mueve como una ráfaga de aire fresco que nos hace olvidar la pena por la muerte de su hijo.
 

 

Al final de la Madrugá, como no podía ser de otro modo, y como marca la tradición, nos fuimos a comer un chocolate con churros, que la verdad a esas horas de la mañana y después de llevar toda la noche caminando, sentaron muy bien.

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