Sevilla

 
Para conocer Sevilla hay que vivirla: pasear por sus calles,  charlar con sus gentes y mezclarse con sus raíces. En nuestra opinión, junto con  Córdoba, es la ciudad más bonita de Andalucía y una de las más bellas de España. Nuestro viaje lo vamos a realizar visitando los lugares más emblemáticos de la ciudad.

            Comenzamos en pleno centro-histórico, digamos que en el km 0 de la ciudad: la Alameda de Hércules. Este magnífico lugar es un importante jardín público situado en el centro histórico de
Sevilla, y por su antigüedad (1574) se clasifica como el más antiguo jardín público de España y de Europa. Este amplio jardín es el más extenso de los espacios públicos localizados en el interior del casco antiguo de la ciudad. Se encuentra ubicado en el extremo norte de la urbe amurallada, cercana al río Guadalquivir por un lado y próximo al barrio de la Macarena por otro. Este jardín fue tomado como modelo por otras ciudades a ambos lados del Atlántico. En él se inspiraron las alamedas de San Pablo de Ecija (1578), la Alameda de los Descalzos de Lima (1611) y la Alameda Central de México D.F.

La historia de la Alameda comenzó cuando se decidió desecar el antiguo cauce de un brazo menor del río Guadalquivir, un espacio que, procedente de la Barqueta, atravesaba el casco urbano amurallado, ampliado en época almorávide (s. XI) y llegaba hasta el barrio del Arenal. El espacio yermo del antiguo cauce fue ocupado después por la Alameda, la Plaza Nueva y numerosas vías públicas y edificios. En 1574 el conde de Barajas drenó con acequias los terrenos donde se iba a construir la alameda, los cuales frecuentemente estaban inundados con las aguas que allí se acumulaban de los asiduos desbordamientos del río, los remanentes de las fuentes públicas y las aguas residuales de escorrentía, asimismo se construyó un acceso monumental con dos columnas romanas, lo adornó con estatuas y fuentes, y lo pobló con hileras de árboles. Nombró a un alguacil que lo vigilara; encomendó el riego y limpieza a los aguadores que vendían el agua de gran calidad de las fuentes, procedente del manantial del Arzobispo. En uno de sus extremos se colocaron en 1574 dos columnas procedentes de un templo romano, muestra de una incuestionable admiración por los restos arqueológicos romanos, elementos de un edificio todavía conservado en la calle Mármoles y del que aún existen otras tres columnas en la citada calle. Sobre las mismas se colocaron dos esculturas realizadas por Diego de Pesquera, de Hércules (fundador mítico de la ciudad) y Julio César (restaurador de Híspalis). El primero era una copia del Hércules Farnesio, de tamaño monumental próximo al real de la copia romana procedente de las Termas de Caracalla. Esta copia, de 1574, es la primera en mármol de gran tamaño realizada en Europa del héroe tebano, que tanto éxito tuvo desde su descubrimiento (1546) de la mayor parte de la pieza escultórica, la cual estaba incompleta por falta de la cabeza y las piernas.

A pesar de la muralla y de las infraestructuras de drenaje acometidos, la Alameda siguió constituyendo una de las zonas más inundables de la ciudad, por su cercanía al río y por su baja cota. A título de ejemplo en el año 1649, año de la fatídica epidemia de peste que asoló Sevilla, se relata que la Alameda estaba tan inundada que se navegaba por ella con barcos.

La alameda se transformó en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando el escultor Cayetano de Acosta realizó y erigió en el otro extremo del paseo otras dos columnas rematadas con leones y escudos representando a España y Sevilla.

En ella se comenzaron a celebrar las fiestas locales de la velada de San Juan y San Pedro, en sustitución de las fiestas locales del Corpus Christi. Estas nuevas fiestas de finales del mes de junio, fueron el precedente de las después famosas fiestas locales de la feria de Abril.

En 1876 los pedestales de las columnas se protegieron del público con verjas. En 1885 fue colocada junto a las columnas de los leones una fuente de mármol, conocida popularmente como "la Pila del Pato", que se encontraba en el siglo XVI en la Plaza de San Francisco, detrás del Ayuntamiento. Esta fue luego trasladada a otro lugar de la ciudad y actualmente está en la plaza de San Leandro. A finales del siglo XIX, la alameda presentó su mejor estado siendo convertida en un Paseo lleno de teatrillos, quioscos y puestos, que desaparecerían tras la Guerra Civil.

Como edificio relevante se encuentra la Casa de las Sirenas, palacete del siglo XX, hoy edificio municipal utilizado como centro cívico, en el que se organizan exposiciones, cursos, talleres y actividades culturales y vecinales. En las cercanías de la alameda, en la calle dedicada al Conde de Barajas, también se encuentra la casa en la que nació el escritor romántico Gustavo Adolfo Bécquer.

Durante el último cuarto del siglo XX, se celebró un mercadillo, ya desaparecido. Por la noche es animada zona de copas y restaurantes, estando casi completamente desaparecida la prostitución por la que fue famosa durante mucho tiempo y en la que se llegaron a contabilizar 35 prostíbulos, según datos del año 1989.

En diciembre de 2008, se terminaron oficialmente unas obras de remodelación urbanística de esta zona. Estas obras han provocado una gran alteración de los restos de un jardín histórico que, aunque descuidado, permanecía básicamente inalterado. En las recientes obras se ha restringido el tráfico de vehículos y se han eliminado el albero que cubrió su suelo durante el siglo XX y las verjas que protegían del público a los pedestales de las columnas. También se ha construido en la obra fallida de la estación de Metro del proyecto de 1977 un depósito para recogida de las aguas pluviales, popularmente conocido como «Pozo de las Tormentas» y se han instalado varias fuentes al nivel de la calle.


El puente del Alamillo es un puente atirantado de pilón contrapeso que cruza el río Guadalquivir. Fue diseñado por Santiago Calatrava y terminado en 1992. Se construyó para permitir el acceso a la isla de La Cartuja, donde tuvo lugar la Expo 92 y ahora ocupa en parte sus terrenos el parque temático Isla Mágica además del centenario Monasterio de la Cartuja, de donde proviene el nombre de la isla, y el parque del Alamillo.

El primer proyecto constaba de dos puentes iguales, mirando cada uno en su dirección opuesta, pero el presupuesto no concebía el par, por lo que pudo erigirse sólo uno, construyéndose en el extremo opuesto un más convencional.

El puente consta de un único pilar que actúa de contrapeso para los 200 m del puente gracias a trece largos cables. La idea original era construir dos puentes simétricos en cada lado de la isla, pero el singular diseño del puente del Alamillo ha demostrado al final ser mucho más impactante. Un puente con diseño similar es el Sundial Bridge, también de Calatrava, terminado en 2004 en Redding (California).

El puente no tiene tirantes de retenida (solo hay tirantes a un lado de la torre) constituyendo el primer puente atirantado que no posee esta banda de tirantes de manera que no se recogen las fuerzas que reciben los tirantes de un lado de la torre con otros tirantes que estuvieran al otro lado.

En este puente tuvieron que realizarse unas cuantas actuaciones tanto en su diseño como en su ejecución que no hubieran sido necesarias si se hubiera realizado esa banda de tirantes de retenida, lo que dio lugar a un gasto muy superior al que se hubiera tenido con un puente atirantado común. Por ejemplo, se tuvo que realizar un tablero con un canto mucho mayor al que se da en los puentes atirantados.

A los pocos días de levantarse uno de los cables sufrió un pequeño incendio antes de pasar la prueba de peso. El alto del puente sirve como mirador, es conocido como "el ojo de la cabeza de caballo".




La Plaza de la Encarnación se sitúa en el casco antiguo de Sevilla, y es ahí donde se encuentra el Km 0 de la ciudad justo al lado del barrio de la Alfalfa. La palza debe su nombre al Convento de la Encarnación, de la Orden de San Agustín. Pero durante la invasión francesa del Siglo XIX, ese convento fue derribado construyéndose en su lugar un mercado, que fue derribado en los 70 debido a su estado ruinoso. El lugar permaneció estéril hasta que en 2004 el ayuntamiento aprobó un concurso de ideas para rehabilitar la plaza. El ganador del concurso fue el arquitecto alemán Jürgen Mayer, que diseñó el Metropol Parasol, con el diseño vanguardista de seis setas que se distribuyen por toda la plaza.





En el Parque Maria Luisa del Prado de San Sebastián se celebra todos los años el Festival de las Naciones
, un acontecimiento donde la diversidad de culturas y la integración se dan cita en una feria con mercados, restaurantes y conciertos de música étnica. Lo mejor del Festival es su larga duración: un mes y medio (desde aproximadamente el 15 de Septiembre hasta el 1 de Noviembre) Si no tenemos planes para un fin de semana o alguna que otra tarde o noche de Otoño, acudir a este variopinto festival puede ser una buena opción.

En la orilla del Guadalquivir, en pleno paseo colón se encuentra la
Torre del Oro. Su altura es de 36 metros. Posiblemente su nombre en árabe era Bury al-dahab o Borg-al-Azajal en referencia a su brillo dorado que se reflejaba sobre el río. Durante las obras de restauración de 2005, se demostró que este brillo, que hasta entonces se atribuía a un revestimiento de azulejos, era debido a una mezcla de mortero cal y paja prensada.

Es una torre formada por tres cuerpos, El primer cuerpo, dodecagonal, fue construido entre 1220 y 1221 por orden del gobernador almohade de Sevilla, Abù l-Ulà. El segundo cuerpo, también dodecagonal, fue mandado construir por Pedro I el cruel en el siglo XIV. El cuerpo superior, cilíndrico y rematado en cúpula, fue construido en 1760 por el ingeniero militar Sebastián Van der Borcht.

 

Fue declarada monumento histórico-artístico en 1931 y ha sido restaurada varias veces. En la Edad Contemporánea fue restaurada en 1900, entre 1991 y 1992, en 1995 y en 2005. En su conservación ha sido importante la labor de la Armada. Se encuentra en buen estado de conservación y alberga el Museo Naval de Sevilla.  La Torre del Oro, junto con la Giralda, es el emblema de la ciudad. Formando estas dos Torres una de las estampas más bellas de la ciudad.


 

Hemos explorado la orilla del río Guadalquivir, pero si nos adentramos un poco mas en él nos encontramos con el puente de Triana, que comunica este bello barrio sevillano con el centro-histórico de la ciudad.

El Puente de Triana es el nombre popular que los sevillanos le han dado, pero su denominación oficial es el de Puente de Isabel II. En el siglo XIX sustituyó a un viejo puente de barcas que existía en su lugar.

A mediados del siglo XIX, gracias al desarrollo de las técnicas del hierro, se recobró el interés por la construcción de un viaducto permanente en el río. El proyecto fue aprobado en 1845. El diseño escogido era análogo al del Puente Carrousel, hoy desaparecido, que se levantaba, en París, sobre el río Sena, que había sido ejecutado en 1834 por el ingeniero francés Polenceau. El proyecto del nuevo puente del Guadalquivir se encargó a los ingenieros franceses Gustavo Steinacher y Fernando Bernadet, que ya trabajaban en El Puerto de Santa María en la construcción de otro. Los materiales utilizados fueron pilares de piedra y hierro, sin utilización de madera. En la orilla de Triana se estableció una gran rampa de contención que llega hasta la calle de San Jorge. Se impuso que las piezas de fundición fuesen construidas en España, en concreto en Sevilla, en los talleres de los hermanos Bonaplata. La construcción se inició en 1845 y se termino en 1852. La inauguración se realizó el 23 de febrero de 1852 con la celebración de un desfile militar.

El puente fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1976. Un año más tarde fue restaurado según proyecto del ingeniero onubense Juan Batanero, dirigiendo las obras el ingeniero sevillano Manuel Ríos Pérez. Por esta reforma, se instaló un nuevo tablero y los arcos dejaron de tener función estructural, quedando como elementos puramente decorativos. Se reinauguró el 13 de junio de 1977.

 

Sobre el puente de Triana se encuentra la calle Betis, una de las calles míticas de Sevilla.

En este magnífica calle, que todos los fines de semana se llena de sevillanos y forasteros disfrutando de sus tascas y sus espléndidas tapitas y cañitas, se sitúa uno de los mejores restaurantes de la ciudad: Río Grande.


Mientras se cena, se puede divisar las vistas del Guadalquivir con su Torre del Oro como anfritiona. La velada es amenizada por música de piano en directo.


 
Si bajamos un poco, nos encontramos con la Plaza de España de Sevilla, que constituye un conjunto arquitectónico encuadrado en el Parque de María Luisa, y configura uno de los espacios más espectaculares de la arquitectura regionalista.

 
La Plaza de España constituyó el proyecto más emblemático de la Exposición Iberoamericana del año 1929 fue proyectada por el arquitecto sevillano Aníbal González que también era arquitecto director del evento expositivo, fue ayudado por un buen conjunto de colaboradores, entre los que se encontraban el ingeniero José Luis de Casso y el arquitecto Aurelio Gómez Millán. Las obras de construcción comenzaron en el año 1914, resultando el proyecto más ambicioso y costoso de la Exposición, llegando a trabajar en su construcción mil hombres al mismo tiempo, puede resultar asombroso, cómo una ciudad en situación económica difícil en esos años, se embarcó en un proyecto de semejante magnitud.


 
Algunos aspectos del proyecto suscitaron algunos rechazos, la Academia de Bellas Artes se opuso a la altura prevista de las dos torres que podían rivalizar con la Giralda y Forestier, diseñador del Parque de María Luisa rechazaba la construcción de la ría que rofinalización del proyecto el arquitecto Vicente Traver, que terminó los cerramientos del recinto y añadió la fuente del centro de la Plaza.dea la plaza, para una ciudad con gran escasez de agua como Sevilla. En 1926, tras la dimisión de Aníbal González de su cargo de director de la Exposición, asume la


 
La plaza es de grandes dimensiones (200 metros de diámetro), tiene una forma semielíptica, que simboliza el abrazo de España y sus antiguas colonias y mira hacia el río Guadalquivir como camino a seguir hacia América. Su superficie total es de 50.000 metros cuadrados, de los que 19.000 están edificados y los 31.000 restantes son espacio libre, está bordeada por un canal que recorre 515 metros y es atravesado por cuatro puentes. Los edificios que envuelven la plaza se estructuran en un edificio central, alas con edificaciones intermedias que compensan una excesiva longitud y torres en los extremos. Esta planta responde de forma muy cercana al esquema formal del tipo de villa palladiana con alas curvas, como la Villa Badoer de Fratta Polesine o Villa Trissino en Meledo, mostradas por el arquitecto italiano Andrea Palladio en sus Cuatro libros de la arquitectura, que Aníbal González conocía. La construcción está realizada con ladrillo visto y amplia decoración de cerámica, artesonados, hierro forjado y repujado y mármol labrado, que dan al conjunto un ambiente renacentista, según los escritos de Aníbal González su inspiración para diseñar la plaza había sido el Renacimiento español, modernizándolo. Las dos torres que flanquean la plaza que proporcionan un ambiente de estilo barroco miden 74 metros de altura, y crearon disgusto entre los académicos por rivalizar en altura con la Giralda.



Ubicado en el centro de la ciudad está lleno de casas encaladas, señoriales, palacios familiares, humildes patios repletos de flores y sobre todo, leyendas, duelos, amoríos y recuerdos, encanto y belleza.


Tiene su origen en la antigua Judería de Sevilla, cuando el rey Fernando III de Castilla conquista la ciudad, se concentró en Sevilla la tercera comunidad judía más importante de España, tras la de Córdoba y Toledo.


Tras la expulsión de los judíos en 1483, el barrio que ocupaba lo que es el Barrio de Santa Cruz y San Bartolomé, cayó en picado, hasta que a principios del siglo XIX decidieron la reurbanización del barrio, siendo su estado el actual gracias a esa iniciativa.

En la actual Plaza de Santa Cruz estuvo antaño ubicada la parroquia de la Santa Cruz, que dio originalmente su nombre a este barrio. La iglesia, de estilo mudéjar, había sido construida sobre los restos de una sinagoga que se ubicaba en el mismo solar. Durante el gobierno de ocupación francés, la iglesia fue derribada dentro de un plan de reurbanización de la ciudad y en el solar resultante se estableció la Plaza de Santa Cruz. La parroquia allí ubicada se trasladó al antiguo convento de los Clérigos del Espíritu Santo, que es actualmente la Iglesia de Santa Cruz, ubicada en la calle Mateos Gago. El pintor Murillo fue entarrado en esta parroquia.


 
La forma más rápida para ir del centro de Sevilla hasta Triana o al Aljarafe es cruzar el río Guadalquivir, pasando por el Puente del Quinto Centenario.


 

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