la dinastía de los Quotidios
Creo recordar que fue una noche de otoño, tal vez la primera de la estación, en la que recibí aquella llamada del viejo Phillipe. Eran las cinco de la mañana y después de llevar durmiendo más de ocho horas, ocurrió lo que había estado temiendo toda mi juventud: la dinastía de los Quotidios llegaba a su fin. Todo esto tenía que acabar. No sabía cómo ni cuándo, pero lo cierto es que tenía que terminar el trabajo. - ¿Quién es?
- Soy Phill. Julia tienes que intentar salir de la ciudad lo antes posible, yo ya no creo que tenga escapatoria pero tú aun puedes escapar –el sonido de la voz se escuchaba cortado. Posiblemente el interlocutor se encontrara en un lugar lejano.
- Pero Phill, sin tu ayuda no podré hacerlo. Es imposible que pueda yo sola.
- Tienes que viajar a Austria para destruirlo y acabar por fin el trabajo, tal vez si logras llegar a Viena podamos encontrar la solución al misterio y desenmascarar de una vez por todas a los Seremenios. Tal vez si logras llegar a Viena con…-dijo el hombre con un tono repetitivo e inusual en él que asustó a la chica.
- Pero qué pasará contigo, cuándo volveré a verte -preguntó asustada
- Yo me iré a París durante los próximos ocho años. Siento decirte esto, pero tenemos que separarnos. Bajo ningún concepto. Repito. Bajo ningún concepto se te ocurra venir a buscarme a mi casa –Julia estaba fuera de sí. No entendía nada.
- El 28 de Julio se celebrará el 250 aniversario de la muerte de El Cuarto y habrá un concierto honorífico en el Wiener Staatsoper en el que acudirán las más altas autoridades de Europa; no te quepa duda que el lugar elegido será ese mismo. ¿Entiendes, Julia?
- Sí, pero… -el hombre volvió a cortarla:
-No puedes cometer ningún error, porque entonces los Seremenios, después de tantas batallas perdidas, habrán ganado la guerra.
- Pero Phill, yo…
La conexión telefónica se cortó en ese mismo instante y la joven se percató de que la cuenta atrás había comenzado.
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